Lo que cae, letras
dicen callando como la piedra. toda piedra es la materialización de los
espíritus caídos, la piedra viene, el espíritu pétreo es caedizo. las piedras
forman una ruta cayendo, dejan bloques vacíos entre caída y caída, el viento
entra a esos bloques vacíos, allí se desgaja lo transparente, haches, letras
mudas dicen un envés, la revelación de algo muere para reaparecer en palabra,
luego en frase importante y desaparece el tiempo. ayer no fue ayer, las letras
son la luz del fuego, una reconciliación de realidades variopintas, elementos
de precisión separados por la ruta que deja la caída de ciertos elementos
pétreos que escupe el volcán, sol adentro
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graznidos
graznidos
es de mañana quizá
reúneme el vacío
de la carne es hora de decir
es hora de pensar
la grafía en el viento
mirar las manos la
ausencia
al eco la cueva
del silencio
síntesis de la
huida:
esta niña de árbol
padece el peor mal: que
cante, cante,/ y
en concierto acordado/ tus ondas sean veloces/ sílabas, lenguas, números y
voces
mira cómo hace
cuajar el mar en la boca
ella lo hace desde
la raíz/cielo
………….ella sabe lo
que es blanco
………….la piel del
relámpago y los cristales
………….tras
oscuridades escuchó
………….cómo
nombra……….el humo su voz
………….cómo se ve su
vuelco al brío de lo inmóvil
………….ella es su
vacío……..un albergue de dos verbos
…………………………………………..(quebrado
y recogido)
………….donde oculta
tus ojos de leche
………….donde ahíto
bautiza las cosas
………….………….………….……..sus
silencios
De aórgicos
(inédito)
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la imagen parece
lejana, se alcanza solo si se religa a la hebra. en la forma inasible, la hebra
es una vena buscando su propio órgano. la hebra no rastrea con los ojos, sino
con el ritmo propio de lo invisible. el tejido de los seres se concibe al revés:
antes de la mano, el oficio; antes del ojo, el dibujo y la vena, buscando lo
propio
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llegan entes.
muevo los hilos y entran al aire saliéndose en trenza. el vacío es una figura
llena que el ojo no alcanza a ver, pues el vacío está una dimensión más atrás
de los objetos. tejiendo, el ojo pierde el horizonte, aborda la minucia. en el
ojo la pupila sobra, prorrumpe. tejo cuando la enmaraño profusa, queda muda
quedo de tanto paisaje inasible, queda muda quedo en las gotas que trazan un
camino de vapores en la ventana de un viaje largo. el tejido se le aparece al
sonido, quedo. sabemos que ahora están abigarrándose. aquellos movimientos son
un rumbo. el sonido enmaraña el silencio y en los espacios vaciados de la
maraña, se precipita la luz, lo que quiere decir, la pupila sobrante retorna
detrás del horizonte con el nudo hecho imagen, dibujo y punto: una dimensión
detrás
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es una sustancia,
se filtra por las grietas que deja el temblor en la superficie. esta sustancia
viene de arriba, precisa entra en forma de luz vertical. los animales corren
porque al andar descalzos, esta luz ingresa por sus patas
ojos de patas
una niña sigue con
la mirada los saltos que va dando el animal libre. en cada pata le anuda hilos
imaginarios. los hilos salen de sus propios dedos, madeja infinita. los hilos
van entretejiendo la ofrenda al dios del vacío, un nuevo animal detrás del mar.
pero no hay mar donde está sentada la niña. ella, luego de verlo, entiende y
teje al dios. el espacio queda propicio para la inexistencia de un baldío yermo
ese momento del
animal brincando resume varias relaciones lengua/pensamiento
brinco y magia,
camélido suspendido en medio de la noche aun con los hilos imaginarios
anudados, pero ahora estos muestran un tejido que se multiplica, lo dice su
condición oscura. el negro es el infinito, la dimensión fértil de donde todos
salimos. se desprende desde su fisura esa sustancia vertical, luminosa que por
las patas se yergue, entrando
brinca
tridimensional
De cardador
(inédito)
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Foto Natalia Rojas
NATALIA ROJAS
(Melipilla, 1983). Teje, planta y escribe. Publicó Pedernal (2011) en coedición
Chile-Argentina por Cuadro de Tiza y VOX Ediciones. Sus poemas aparecen en
revistas virtuales y fanzines y en antologías como Entrada en materia: 17
poetas jóvenes chilenos (Altazor, 2014) y Del caos a la intensidad: vigencia
del poema en prosa en Sudamérica (Hijos de la Lluvia, 2016).
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