Purificación del Fuego
Entregamos tu cuerpo a las llamas.
Ahora es sagrado
el fuego
Es insultante esta calma
Ya no tenemos nada de qué quejarnos.
No hay pelos en la ropa,
ni un punto corrido en mis medias,
no hay ruidos a mitad de la noche,
no tropezamos con nada en el pasillo.
Salvo el insomnio, nada perturba nuestro sueño.
Las cosas insisten en permanecer en su lugar.
Toda la casa está demasiado limpia,
demasiado quieta.
Es insultante este orden.
Es ultrajante esta calma.
No poder entender la ausencia
Me acuerdo cuando la señora Ángela me contó
que cada vez que me iba a clases
dabas vueltas por mi pieza
y me buscabas, llorando.
Me dio ternura,
como se enternecen los adultos
de las penas de los niños,
sin tomarlas en serio.
Ahora entiendo qué se siente
dar vueltas por la casa y que,
por más que se lo llame y se llore,
el ser amado
no aparezca.
Fe
Qué lindo sería creer en Dios.
Qué alivio poder despojarse
de esta rabia difusa contra la vida
y tener de pronto alguien
concreto y definido
a quien culpar de esta injusticia
sobre quien descargar mi ira
Rugir
Qué mentira más grande
la omnipotencia semántica del lenguaje.
Para poder decir este dolor
yo tendría que rugir.
Tendrían que desencajarse mis mandíbulas
volverse poderosas mis quijadas, mi garganta,
mis dientes afilarse hasta colmillos,
convertirme en la fiera que soy
y rugir
Rugir hasta que se detenga el curso de los astros en
el cielo
y el sol, temblando, no se atreva a salir,
que no pueda amanecer un nuevo día
hasta que los cielos no me hayan devuelto
a mi cría.
https://circulodepoesia.com/2018/06/poesia-chilena-actual-tamara-orellana-valdivieso/
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