ROPA LIMPIA
Un día
uno sale a encontrar la muerte,
sin equipaje,
sin muda para la otra semana
con la única camiseta blanca
que quedaba
del tiempo de colegio.
Un día
uno se apura como malo de la cabeza,
como si tuviera que llegar
a todos los trenes
y saludar a medio mundo.
Un día
uno no sabe quién diablos
tendrá suficiente amor entre las manos
para arreglarle
esos asuntos particulares
que siempre quedan flotando
después de la catástrofe,
o quién diablos
va a cerrarle los cajones del velador
con las fotografías secretas
de esa edad
en que la musculatura orgullosa y dorada
era toda la potencia con que contábamos
para vivir.
Un día
uno no vuelve más
por ropa limpia.
HUEVO DE GALLINA SOLTERA
O sea, pura clara, imitación de huevo completo,
huevo de utilería que nunca va a cuajar
sin pasión ni calentura de nido nunca.
Huevo de culebrón según la enciclopedia del campo,
desvanecido de alma mostrenco
huevo de entierro y luto
fin de huevo.
EL SOL MIRA PARA ATRÁS
En el cielo
El sol mira para atrás
Porque tiene que llamar agua,
Y tú conoces las señales
Los sagrados olores de la tierra
Y empiezas a lustras tus botas
La escopeta del 16
Que el abuelo colgó en el comedor
En este otoño de su muerte.
Y en el morral huequeado por antiguos
Reventones de pólvora,
Hay un juego de naipes gastados
Como esa risa que fuimos perdiendo
Cuando nos vendaron los sueños
Para que creciéramos
Más tranquilos, más ciegos,
Y no preguntáramos
Por qué el sol miraba para atrás
Desde el umbral sonoro de la lluvia,
O por qué los que amábamos
No volvieron jamás
Para justificar su eternidad
A nuestro lado,
Y tú
Y yo
Tuvimos que ir guardando las sillas vacías
Pasando llave
En el óxido de las chapas antiguas
Pasándonos una costura en la boca
Para quedarnos
Con las palabras estrictamente necesarias
A nuestro sencillo amor.
El sol mira para atrás
Porque tiene que llamar agua
Y se ilumina la copa de los manzanos
Y nos entra un frío por las rodillas
Avisándonos la primera señal.
ESTA ES LA CASA
Esta es la casa
aquí la tienes con la puerta abierta
Aquí vivo
conjurada por la noche de campo
y los mugidos de las vacas
que van a parir a la salida del invierno.
Entra en las piezas de sentimiento antiguo
con manzanas reinetas
y cueros claveteados en el piso.
Esta es la casa para ser como somos,
para contar las velas de cumpleaños
y las otras también,
para colgar la ropa y la tristeza
que jamás entregaremos a la luz.
Este es el clima, niebla y borrasca,
sol partido entre los hielos
pero encima de todo:
un evangelio duro
una pasión sin vuelta
una carta de agua para la eternidad.
Esta es la zona: Km. 14, Santa Amelia,
virando hacia el oeste,
con todas las jugadas de la vida
y todas las jugadas de la muerte.
Esta es la casa raspada por los vientos
donde culebreaban los inviernos
de pared a pared
de hijo a hijo
cuando nos aliviábamos con ladrillos caldeados
para aprender las sagradas escrituras
que la profesora de la Escuela Catorce
sacaba de un armario
o de los dibujos de un pañuelo.
Esta es la fibra fiel de la madera
donde calladamente me criaron
entre colonos y mujeres
que regresaron a su greda.
Aquí vivo con la puerta abierta
y este amor
que no sirve para canciones ni para libros,
con mi alianza sin ruido a Santa Amelia
donde puedes hallarme a toda hora
entre las herramientas y la tierra.
http://diarioinca.com/poema-ropa-limpia-delia-dominguez
http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3350.html
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