domingo, 12 de mayo de 2019

NATALIA ROJAS


Lo que cae, letras dicen callando como la piedra. toda piedra es la materialización de los espíritus caídos, la piedra viene, el espíritu pétreo es caedizo. las piedras forman una ruta cayendo, dejan bloques vacíos entre caída y caída, el viento entra a esos bloques vacíos, allí se desgaja lo transparente, haches, letras mudas dicen un envés, la revelación de algo muere para reaparecer en palabra, luego en frase importante y desaparece el tiempo. ayer no fue ayer, las letras son la luz del fuego, una reconciliación de realidades variopintas, elementos de precisión separados por la ruta que deja la caída de ciertos elementos pétreos que escupe el volcán, sol adentro


graznidos graznidos

es de mañana quizá

reúneme el vacío de la carne es hora de decir

es hora de pensar la grafía en el viento

mirar las manos la ausencia

al eco la cueva del silencio

síntesis de la huida:

esta niña de árbol padece el peor mal: que

cante, cante,/ y en concierto acordado/ tus ondas sean veloces/ sílabas, lenguas, números y voces

mira cómo hace cuajar el mar en la boca

ella lo hace desde la raíz/cielo

………….ella sabe lo que es blanco

………….la piel del relámpago y los cristales

………….tras oscuridades escuchó

………….cómo nombra……….el humo su voz

………….cómo se ve su vuelco al brío de lo inmóvil

………….ella es su vacío……..un albergue de dos verbos

…………………………………………..(quebrado y recogido)

………….donde oculta tus ojos de leche

………….donde ahíto bautiza las cosas

………….………….………….……..sus silencios



De aórgicos (inédito)





la imagen parece lejana, se alcanza solo si se religa a la hebra. en la forma inasible, la hebra es una vena buscando su propio órgano. la hebra no rastrea con los ojos, sino con el ritmo propio de lo invisible. el tejido de los seres se concibe al revés: antes de la mano, el oficio; antes del ojo, el dibujo y la vena, buscando lo propio





llegan entes. muevo los hilos y entran al aire saliéndose en trenza. el vacío es una figura llena que el ojo no alcanza a ver, pues el vacío está una dimensión más atrás de los objetos. tejiendo, el ojo pierde el horizonte, aborda la minucia. en el ojo la pupila sobra, prorrumpe. tejo cuando la enmaraño profusa, queda muda quedo de tanto paisaje inasible, queda muda quedo en las gotas que trazan un camino de vapores en la ventana de un viaje largo. el tejido se le aparece al sonido, quedo. sabemos que ahora están abigarrándose. aquellos movimientos son un rumbo. el sonido enmaraña el silencio y en los espacios vaciados de la maraña, se precipita la luz, lo que quiere decir, la pupila sobrante retorna detrás del horizonte con el nudo hecho imagen, dibujo y punto: una dimensión detrás





es una sustancia, se filtra por las grietas que deja el temblor en la superficie. esta sustancia viene de arriba, precisa entra en forma de luz vertical. los animales corren porque al andar descalzos, esta luz ingresa por sus patas

ojos de patas

una niña sigue con la mirada los saltos que va dando el animal libre. en cada pata le anuda hilos imaginarios. los hilos salen de sus propios dedos, madeja infinita. los hilos van entretejiendo la ofrenda al dios del vacío, un nuevo animal detrás del mar. pero no hay mar donde está sentada la niña. ella, luego de verlo, entiende y teje al dios. el espacio queda propicio para la inexistencia de un baldío yermo

ese momento del animal brincando resume varias relaciones lengua/pensamiento

brinco y magia, camélido suspendido en medio de la noche aun con los hilos imaginarios anudados, pero ahora estos muestran un tejido que se multiplica, lo dice su condición oscura. el negro es el infinito, la dimensión fértil de donde todos salimos. se desprende desde su fisura esa sustancia vertical, luminosa que por las patas se yergue, entrando

brinca tridimensional



De cardador (inédito)



Foto Natalia Rojas
NATALIA ROJAS (Melipilla, 1983). Teje, planta y escribe. Publicó Pedernal (2011) en coedición Chile-Argentina por Cuadro de Tiza y VOX Ediciones. Sus poemas aparecen en revistas virtuales y fanzines y en antologías como Entrada en materia: 17 poetas jóvenes chilenos (Altazor, 2014) y Del caos a la intensidad: vigencia del poema en prosa en Sudamérica (Hijos de la Lluvia, 2016).